¿Te imaginas poder realizar decenas de pruebas médicas con tan solo una gota de sangre? Eso era lo que Theranos prometía, y por un tiempo llegó a ser una de las startups más valoradas de Silicon Valley. Sin embargo, terminó desplomándose de manera estrepitosa. ¿Qué salió mal?
El auge
- La gran promesa: Theranos, fundada en 2003 por Elizabeth Holmes cuando tenía 19 años, afirmaba que con una pequeña muestra de sangre (un simple pinchazo en el dedo) podía ejecutar múltiples análisis, más rápido y con menor costo que los métodos tradicionales.
- Inversores seducidos: Su visión generó un enorme atractivo; celebridades, políticos y gigantes del mundo de los negocios (como Rupert Murdoch) invirtieron cientos de millones de dólares. El valor de la compañía llegó a rondar los 9,000 millones de dólares, y Holmes se convirtió en una estrella mediática.
El problema
- Tecnología inconsistente
- Los dispositivos de Theranos (conocidos como Edison o miniLab) nunca funcionaron de manera confiable.
- Muchas de las pruebas se realizaban usando máquinas comerciales de laboratorio —no la tecnología propia—, lo que significaba que la “gran innovación” casi no se empleaba en la práctica.
- Cultura de secretismo
- Theranos insistía en guardar su tecnología bajo llave, alegando que era “propietaria”.
- El equipo que trabajaba en desarrollo no tenía acceso a la información completa. Existía un alto nivel de compartimentación y miedo a discrepar.
- Pruebas engañosas
- En ensayos internos y demostraciones a inversionistas, se llevaron a cabo tácticas engañosas para aparentar que la tecnología funcionaba.
- Manipulación de resultados, uso de máquinas de terceros y falta de datos clínicos sólidos fueron algunos de los trucos empleados.
- Presión mediática y narrativa
- Elizabeth Holmes supo tejer una historia muy atractiva: era joven, carismática, vestía como Steve Jobs y citaba a Thomas Edison. La prensa cayó rendida ante ese relato de “la emprendedora que cambiaría el mundo de la salud”.
- La búsqueda de titulares grandiosos eclipsó las dudas técnicas que surgían de cuando en cuando.
Las consecuencias
- Investigación periodística
- John Carreyrou, periodista del Wall Street Journal, expuso muchas de las prácticas dudosas de Theranos. Con una serie de artículos, destapó la falta de rigor científico y los engaños.
- Regulaciones y juicios
- La FDA y otras agencias comenzaron a investigar las instalaciones de Theranos.
- Se descubrió que los test no cumplían los estándares de exactitud requeridos para uso médico, lo que suponía un riesgo para los pacientes.
- Theranos enfrentó cargos por fraude, y Elizabeth Holmes y Ramesh “Sunny” Balwani (presidente de la compañía) fueron acusados formalmente.
¿Qué hicieron mal?
- Prometer antes de tener
- Asegurar al mercado que su tecnología era revolucionaria sin pruebas sólidas los llevó a una escalada de expectativas imposible de cumplir.
- Cultura interna poco transparente
- Sin un ecosistema que promueva la crítica constructiva y la validación científica, es fácil caer en la autojustificación.
- Desconocimiento o indiferencia frente a normas sanitarias
- Theranos no cumplió con los procesos regulatorios tradicionales (ensayos clínicos, validaciones de laboratorios independientes, etc.).
- Énfasis en la imagen sobre la realidad
- Invertir más en el relato mediático que en el desarrollo tecnológico real fue un gran error. La empresa se convirtió en una historia de “marketing sobre ciencia”.
Reflexiones finales
Theranos es un ejemplo de que la innovación en el sector de la salud no puede basarse únicamente en promesas carismáticas o en el culto al emprendedor. Requiere un proceso riguroso, transparencia y validación constante. El caso ilustra cómo el deseo de revolucionar un mercado puede llevar a atajos peligrosos si no hay verificación externa y una cultura corporativa abierta a la crítica.
En definitiva, la historia de Theranos nos recuerda que incluso en Silicon Valley, donde se aplauden las ideas disruptivas, la ciencia y la ética no pueden sacrificarse por la prisa o la ambición desmedida.