WeWork: la montaña rusa de un “unicornio” del coworking

WeWork es un caso peculiar en el mundo de las startups: por un lado, fue admirado como la gran revelación del coworking, y por el otro, terminó envuelto en una caída dramática que expuso problemas de gestión y modelos de negocio en crisis. Veamos ambas caras de esta historia.

El ascenso al estrellato

Cómo nació la gran idea

Adam Neumann, originario de Israel, llegó a Nueva York con grandes ambiciones y un innegable carisma. Por su parte, Miguel McKelvey creció en un entorno poco convencional (fue criado en un colectivo feminista en Oregón), lo que también moldeó su visión de comunidad y colaboración. Ambos se conocieron en 2008 en un espacio de coworking donde trabajaban en proyectos distintos, y se dieron cuenta de que había una oportunidad interesante: las oficinas vacías en la ciudad podían ser utilizadas de manera más eficiente y, además, ofrecer algo más que un simple escritorio.

Antes de WeWork, Adam y Miguel experimentaron con un proyecto llamado GreenDesk, un coworking “ecoamigable” en Brooklyn. GreenDesk tuvo cierto éxito, y esa experiencia les permitió entender de primera mano cómo las personas buscaban algo diferente a las oficinas tradicionales. Finalmente, vendieron GreenDesk para financiar la creación de WeWork.

Con el capital obtenido y la experiencia previa, en 2010 lanzaron WeWork en el barrio neoyorquino de SoHo. La idea de “WeWork” no solo era alquilar espacios, sino crear una cultura de trabajo compartido. Querían que la gente interactuara, colaborara y sintiera que pertenecía a una comunidad de creadores y emprendedores.

Desde el inicio, se enfocaron en el diseño y la atmósfera: oficinas luminosas, áreas comunes para relajarse, cafeterías internas bien surtidas y hasta cerveza de barril en algunos centros, dándole un aire de “startup moderna” que atraía a freelancers y empresas jóvenes.

Por qué llegó a ser un éxito

  1. Modelo flexible
    • A muchas startups y freelancers les encantó la idea de no tener que firmar contratos de alquiler a largo plazo ni comprometerse con oficinas tradicionales.
    • WeWork ofrecía planes mensuales, escritorios compartidos, cabinas privadas y salas de reunión para ajustarse a distintos presupuestos.
  2. Diseño y ambiente
    • Oficinas modernas, llenas de luz, con zonas de descanso y café ilimitado.
    • Esos espacios “instagrameables” representaron un sello de identidad que diferenciaba a WeWork de los típicos centros de negocios.
  3. Comunidad y cultura
    • Eventos de networking, happy hours, charlas y talleres para fomentar la interacción.
    • Se impulsaba la colaboración entre miembros, convirtiendo la marca en algo más que un simple lugar de trabajo.
  4. Expansión rápida
    • Con fuertes inyecciones de capital (especialmente de SoftBank), WeWork abrió sedes en las principales ciudades del mundo (Nueva York, Londres, Tel Aviv, Buenos Aires…).
    • La empresa se valoró en 47,000 millones de dólares, posicionándose como uno de los “unicornios” más grandes de la época.

Lecciones del éxito

  • Identificaron una necesidad real: espacios de trabajo flexibles para emprendedores y pymes.
  • Crearon comunidad: aportaron valor más allá de la mera “renta” con eventos y relaciones.
  • Desarrollaron una marca potente: WeWork se asoció con la idea de modernidad y “coolness” en el mundo empresarial.

La caída estrepitosa

Qué empezó a salir mal

  1. Sobrevaloración y problemas financieros
    • Se descubrió que gran parte del auge se basaba en proyecciones de crecimiento muy optimistas (y poco realistas).
    • El modelo de negocio requería altos costos fijos de alquiler de inmuebles, mientras los ingresos dependían de inquilinos de corto plazo.
  2. Liderazgo controvertido
    • Adam Neumann, carismático pero polémico, fue acusado de manejo imprudente de fondos, mezclar intereses personales con los de la empresa y tomar decisiones cuestionables.
    • Se reportó que realizaba inversiones inmobiliarias personales y luego le alquilaba esos espacios a WeWork, lo cual generó conflictos de interés.
  3. Malas prácticas de gobierno corporativo
    • Falta de control y supervisión por parte de la junta directiva.
    • Desenfreno en gastos y proyectos, como la compra de la empresa de educación “WeGrow”, que poco tenía que ver con el core de coworking.
  4. Fracaso en la salida a bolsa (IPO)
    • Cuando WeWork presentó sus documentos para hacer una oferta pública inicial, los inversores vieron con recelo las enormes pérdidas.
    • El interés se desplomó, la valoración cayó en picada, y Adam Neumann se vio obligado a renunciar.

Impacto y consecuencias

  • Recortes masivos: WeWork tuvo que cerrar sedes poco rentables y despedir a miles de empleados.
  • SoftBank al rescate: La firma de inversión inyectó dinero para estabilizar la empresa, pero la valoración bajó de 47,000 a menos de 8,000 millones de dólares en un abrir y cerrar de ojos.
  • Cambio de liderazgo: Adam Neumann dejó de ser CEO, y la nueva dirección enfocó esfuerzos en la rentabilidad y la racionalización de costos.

Lecciones del fracaso

  1. Cuidado con la sobreexpansión
    • Crecer demasiado rápido sin un plan claro de rentabilidad puede desestabilizar cualquier compañía, incluso a un unicornio.
  2. Gobierno corporativo sólido
    • Un liderazgo carismático debe ir acompañado de controles internos y transparencia financiera.
  3. La realidad vs la narrativa
    • Prometer comunidad y revolución es inspirador, pero los números tienen que cuadrar a largo plazo.

Reflexiones finales

WeWork demuestra cómo una gran idea puede catapultar a una startup al estrellato, pero también cómo la falta de disciplina financiera y transparencia puede hundirla. Su éxito inicial radicó en satisfacer la necesidad de espacios de trabajo flexibles y darles una impronta de comunidad e innovación. Sin embargo, se vio minado por sobrevaloraciones desmesuradas, prácticas corporativas cuestionables y una expansión descontrolada.

Aun así, WeWork sigue operando y ajustando su modelo para buscar la estabilidad que, en sus mejores días, pareció secundaria. En la encrucijada de su éxito y su casi fracaso, la marca deja un legado de aprendizajes esenciales para cualquier emprendedor: la innovación y el carisma son importantes, pero sin números y gestión sanos, hasta la idea más brillante puede derrumbarse.

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